PREFACIO
Dios nos avisa por medio del enigmático libro del Apocalipsis que su venida no sólo es real, sino pronta. A través de este libro que revela sus misterios, usted comprenderá que tendrá que tomar la más grande decisión de su vida, sin importar quién sea usted, Si el presidente o rey de un país, o un príncipe, o persona multimillonaria e influyente, profesional de fama y prestigio, militar de carrera, empleado de una empresa importante o de un pequeño negocio; un albañil o limpiabotas, tal vez sea una ama de casa, buena madre, un buen padre, a lo mejor un joven estudiante con muchas aspiraciones para tu vida; profesante de alguna religión, sea: Musulmana, Judaica, Católica, Budista, Evangélica, Testigo de Jehová, Adventista, Hinduista, Mormón, Etc. ¿Le digo algo?: Jesucristo de Nazareth (el que murió y resucitó hace dos milenios) le está haciendo el llamado final, para que se vuelva a Él, el Dios Verdadero. Y entenderá por medio de las señales que usted mismo palpará y corroborará, que realmente viene el fin. Porque es Jesucristo quien tiene el control de la tierra y del universo, de la humanidad y de sus gobiernos; en sus manos está el cronometro del fin, y la salvación de todo el que le busca, Él dice: “En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido.” (2 corintios 6:2). “A todos los sedientos: venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid y comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. …Inclinad vuestros oídos y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David. …Buscad a Jehová mientras pueda ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.” (Isaías 55:1, 3, 6-7)
Absolutamente nadie podrá esconderse ante la realidad de las profecías del APOCALIPSIS. ¡ESCAPE POR SU VIDA!
Introducción
El Apocalipsis es un libro de grandes misterios, su finalidad es mostrar las cosas que han de ocurrir muy pronto (Apocalipsis 1:1-2), pero es curioso saber que a pesar de lo apremiante del mensaje, el mismo tenga l.900 años aproximadamente; así que al leer la afirmación profética de Jesucristo: “Vengo en breve” (Apocalipsis 21:20), se crea para el lector simple y natural, la idea de que es algo incoherente y sin sentido lógico, debido a que han pasado tantos años desde que se escribió este libro; pero cuando nos conectamos con el Señor Jesucristo, el Dios de los espíritus de los profetas (Apocalipsis 22:6), nos empezamos a dar cuenta de que todo esto tiene un gran sentido, y que todos los profetas y los apóstoles hablaron siendo inspirados por el Espíritu de Dios (2 Pedro 1:21), manteniendo, pues, la misma tónica del mensaje; y de esta manera registrar sus profecías dispensadas a través de sus profetas y apóstoles desde tiempos antiguos para que sirvieran para el conocimiento de todas las generaciones futuras hasta nuestros días. Ejemplo: El apóstol Pablo exhorta y aconseja en la 1ra. Carta a los Corintios, Capítulo 7 del 17 al 40: “Pero a cada uno como el Señor le repartió, y como Dios llamó a cada uno, así haga; esto ordeno a todas las iglesias...Tengo, pues, esto por bueno a causa de la necesidad que apremia; que hará bien el hombre en quedarse como está. ¿Estás ligado a mujer? No procures soltarte. ¿Estas libre de mujer? No procures casarte. Más si te casas, no pecas; y si la doncella se casa no peca; pero los tales tendrán aflicción de la carne, y yo os la quisiera evitar. Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen; y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran como si no se alegrasen; y los que compran, como si no poseyesen; y los que disfrutan de este mundo, como si no disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se pasa....; y pienso que también yo tengo el Espíritu de Dios”. (1 Corintios 7:17, 26-31, 40b). Y aconseja en el contexto de estas palabras que es preferible quedarse como él, soltero; si tiene don de continencia (1 Corintios 7:6-9). Estas palabras, aunque son respetables, por ser, evidentemente, palabras del apóstol Pablo; no obstante, son muy pocos comentadas, porque no se acoplan con la vida cotidiana de ninguna cultura. Cuando él se refería a la necesidad que apremia, y el tiempo es corto, él no predecía un hecho eventual de su época, como tiempos de persecuciones, o etc., ya que eso era común y normal para ellos y para todas las generaciones (Filipenses 1:29, Hechos 14:22, 2 Timoteo 3:12, Romanos 8:35-36); el se refería al fin del mundo, a la venida de Cristo, eso, pues, era siempre el centro de su mensaje. Ahora, se pueden preguntar, ¿Por qué Pablo, con tanta sabiduría que recibió, no pudo darse cuenta que todavía habrían de pasar dos milenios? Respuesta: porque él hablaba siendo guiado por el Espíritu de Dios, es decir, el Señor hizo que todos los profetas y apóstoles escribiesen no para ellos mismos, sino para nosotros, la generación de los tiempos del fin, para que tomásemos los consejos directamente de manos de aquellos que fueron testigos presénciales, y tenían la palabra profética más segura. Por lo tanto, el ministerio de los profetas y apóstoles está vigente todavía aunque ellos duermen; ellos a la verdad están descansando de sus trabajos, pero sus obras con ellos siguen (2 Pedro 1:16-20). Entonces, podemos decir, que el apóstol Pablo dice esto o aquello; él está presente a través de su apostolado por lo que dejó escrito, y manifiesta que debemos ser edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo (Efesios 2:20); es decir, que debemos ser edificados sobre el fundamento que dejaron los apóstoles a través de sus escritos; en la exhortación que el apóstol Pedro hace en su segunda carta demuestra una vez más esta apreciación, cuando dice: “Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento, para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles.” (2 Pedro 31-2) Y con esto quiero abrir un paréntesis para expresar, que estoy observando como en ámbito evangélico ya son muchas las personas que se erigen ellas mismas como apóstoles, estas personas enseñan a sus seguidores que esto es correcto, que Dios los designo para este ministerio, pero déjenme decirle que ellos están equivocados, son solamente ciegos y guías de ciegos; a estos se referían las palabras del apóstol Pedro cuando dijo: “Pero hubo también entre ellos falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme.”… (2 Pedro 2:1-3). Así que podemos comprobar que estas palabras son eficaces para nuestros tiempos, y haremos bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones.
Igualmente la Carta a los Hebreos nos dice: “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más cuando veis que aquel día se acerca”. (Hebreos 10:25).
El apóstol Pedro dijo: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de todas estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.” (2 Pedro 3:11-14).
Santiago afirmó: “Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida de Señor se acerca” (Santiago 5:8).
Y finalmente Jesús, dijo: “Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios”. (Lucas 21:31)
Nuestro Señor Jesucristo, fue muy categórico en mostrarnos que no debemos ignorar las señales que nos mostrarían su inminente venida. De manera que hablando con los fariseos y los saduceos, quienes eran los que conocían la Palabra de Dios, es decir, “los sabios” de la Biblia, la ley, en aquel entonces, les dijo: “Cuando anochece, decís: buen tiempo; porque tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! Que sabéis distinguir el aspecto del cielo ¡más las señales de los tiempos no podéis!” (Mateo 16:2-3).
Dios ha hecho un énfasis muy especial en Su palabra, respecto a la ignorancia por parte de Su pueblo, tanto judío como gentil, de los tiempos del fin. Por lo cual, también dijo: “Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”.(Lucas 18:8)
Ya los profetas hablaban de este fenómeno. Por medio de Jeremías, Dios dijo: “Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Jehová.” (Jeremías 8:7)
Salomón escribió inspirado por el Espíritu de Dios, y dijo: “Porque el hombre tampoco conoce su tiempo; como los peces que son presos en la mala red, y como las aves que se enredan en lazo, así son enlazados los hijos de los hombres en el tiempo malo, cuando cae de repente sobre ellos.” (Eclesiastés 9:12)
“Así dijo Jehová: no se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová”. (Jeremías 9:23-24)
El centro del problema que Dios plantea en estas aseveraciones, no es otra cosa que el desconocimiento de la Palabra de Dios, en las profecías que nos muestran el fin, Su ley establecida. Dios dijo por medio de Oseas: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te desecharé del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.” (Oseas 4:6).
Y más adelante dice: “Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos.”(Oseas 6:6)
“El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable” (Proverbios 28:9)
Estas palabras que voy a mostrar, demuestran el gran peligro de enseñar mal las profecías de los tiempos del fin, de manera que todas las religiones y sectas, con sus teólogos y maestros, que han enseñado de una manera distorsionada la Palabra de Dios, serán confrontadas con ella misma.
“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pase el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.” (Mateo 5:17-20)
De modo que, el conocimiento correcto de la Palabra de Dios, es un requerimiento de la santísima voluntad de nuestro Creador. Por eso la sentencia para los que distorsionen en mensaje del libro del Apocalipsis es contundente:
“Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.” (Apocalipsis 22:18-19)
La parábola de las diez vírgenes de Mateo 25, representa la cristalización de esta sentencia de Apocalipsis, porque ciertamente las cinco sensatas y las cinco insensatas esperaban al esposo (alusión hecha a la venida del Señor), por lo cual salieron a recibirle; las insensatas tomando sus lámparas, no se proveyeron de aceite; mas las prudentes tomaron aceites en sus vasijas, juntamente con sus lámparas, y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la media noche se oyó un clamor: ¡aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.
Esta parábola perfecciona el conocimiento de la profecía que concierne a la venida del Señor, y tiene un cúmulo de detalles muy especiales que deben ser interpretados correctamente. Lo primero que debemos apreciar es que las vírgenes necesitaron lámparas para esperar al esposo, y si nos preguntamos para qué sirven las lámparas, vamos a concluir que ellas se usan para alumbrar; mas debemos entender, que ellas representan un simbolismo que tiene que ver con el conocimiento de la Palabra de Dios, como esta escrito: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.” (Salmo 119:105). De modo, que podemos afirmar de manera contundente, que las lámparas en las vírgenes representaron la Palabra de Dios, la Biblia. Todas ellas tenían la Biblia, pero no todas se habían provisto del aceite, que representa, pues, el conocimiento, el combustible que enciende la lámpara en nuestro espíritu. Por lo cual, dice: “Tú encenderás mi lámpara; Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas”. (Salmo 18:28).
Y vemos, pues, la importancia en estos últimos tiempos del conocimiento de mensaje profético expresado en la santa Palabra de Dios, porque en la medida que nos acercamos a la venida de nuestro Salvador. Las tinieblas se harán más densas, será la media noche de las vírgenes, donde habrá más confusión, se multiplicarán los falsos profetas, engañadores y burladores, el amor de muchos se enfriará. (Mateo 24:9-31) Así, pues, el que haya menospreciado este aceite, en el tiempo aceptable; Le hará falta en los tiempos de angustia. El que tiene oído para oír, oiga lo que el Espíritu dice.
Ahora, analicemos esta parábola y preguntémonos: ¿Por qué estas vírgenes no se proveyeron del aceite como las otras? ¿Quién les enseñó que no era necesaria la provisión de aceite? Respuesta: Porque a ellas se les engañó, fueron seducidas a creer que no entrarían en la etapa de oscuridad hasta la media noche (la hora de la prueba final, Apocalipsis 3:10, la gran tribulación). Y, quizás, astutamente, se les enseñó que llegarían hasta tempranas horas de la noche, pero que no atravesarían todas las tinieblas; por lo cual, no sería necesario una mayor provisión de aceite. Y cuando fueron advertidas acerca de su grave error por las vírgenes prudentes, menospreciaron sus consejos, diciéndoles que Dios no iba a permitir que ellas atravesaran las tinieblas.
“Mas como en los días de Noé, así será la venida de Hijo de Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.” (Mateo 24:37-39).
Es, pues, el objetivo de este libro, mostrar las señales que sucedieron y las que están por suceder, las cuales evidenciarán que realmente estamos viviendo los últimos días de este mundo. Buen provecho.
Dios nos avisa por medio del enigmático libro del Apocalipsis que su venida no sólo es real, sino pronta. A través de este libro que revela sus misterios, usted comprenderá que tendrá que tomar la más grande decisión de su vida, sin importar quién sea usted, Si el presidente o rey de un país, o un príncipe, o persona multimillonaria e influyente, profesional de fama y prestigio, militar de carrera, empleado de una empresa importante o de un pequeño negocio; un albañil o limpiabotas, tal vez sea una ama de casa, buena madre, un buen padre, a lo mejor un joven estudiante con muchas aspiraciones para tu vida; profesante de alguna religión, sea: Musulmana, Judaica, Católica, Budista, Evangélica, Testigo de Jehová, Adventista, Hinduista, Mormón, Etc. ¿Le digo algo?: Jesucristo de Nazareth (el que murió y resucitó hace dos milenios) le está haciendo el llamado final, para que se vuelva a Él, el Dios Verdadero. Y entenderá por medio de las señales que usted mismo palpará y corroborará, que realmente viene el fin. Porque es Jesucristo quien tiene el control de la tierra y del universo, de la humanidad y de sus gobiernos; en sus manos está el cronometro del fin, y la salvación de todo el que le busca, Él dice: “En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido.” (2 corintios 6:2). “A todos los sedientos: venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid y comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. …Inclinad vuestros oídos y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David. …Buscad a Jehová mientras pueda ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.” (Isaías 55:1, 3, 6-7)
Absolutamente nadie podrá esconderse ante la realidad de las profecías del APOCALIPSIS. ¡ESCAPE POR SU VIDA!
Introducción
El Apocalipsis es un libro de grandes misterios, su finalidad es mostrar las cosas que han de ocurrir muy pronto (Apocalipsis 1:1-2), pero es curioso saber que a pesar de lo apremiante del mensaje, el mismo tenga l.900 años aproximadamente; así que al leer la afirmación profética de Jesucristo: “Vengo en breve” (Apocalipsis 21:20), se crea para el lector simple y natural, la idea de que es algo incoherente y sin sentido lógico, debido a que han pasado tantos años desde que se escribió este libro; pero cuando nos conectamos con el Señor Jesucristo, el Dios de los espíritus de los profetas (Apocalipsis 22:6), nos empezamos a dar cuenta de que todo esto tiene un gran sentido, y que todos los profetas y los apóstoles hablaron siendo inspirados por el Espíritu de Dios (2 Pedro 1:21), manteniendo, pues, la misma tónica del mensaje; y de esta manera registrar sus profecías dispensadas a través de sus profetas y apóstoles desde tiempos antiguos para que sirvieran para el conocimiento de todas las generaciones futuras hasta nuestros días. Ejemplo: El apóstol Pablo exhorta y aconseja en la 1ra. Carta a los Corintios, Capítulo 7 del 17 al 40: “Pero a cada uno como el Señor le repartió, y como Dios llamó a cada uno, así haga; esto ordeno a todas las iglesias...Tengo, pues, esto por bueno a causa de la necesidad que apremia; que hará bien el hombre en quedarse como está. ¿Estás ligado a mujer? No procures soltarte. ¿Estas libre de mujer? No procures casarte. Más si te casas, no pecas; y si la doncella se casa no peca; pero los tales tendrán aflicción de la carne, y yo os la quisiera evitar. Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen; y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran como si no se alegrasen; y los que compran, como si no poseyesen; y los que disfrutan de este mundo, como si no disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se pasa....; y pienso que también yo tengo el Espíritu de Dios”. (1 Corintios 7:17, 26-31, 40b). Y aconseja en el contexto de estas palabras que es preferible quedarse como él, soltero; si tiene don de continencia (1 Corintios 7:6-9). Estas palabras, aunque son respetables, por ser, evidentemente, palabras del apóstol Pablo; no obstante, son muy pocos comentadas, porque no se acoplan con la vida cotidiana de ninguna cultura. Cuando él se refería a la necesidad que apremia, y el tiempo es corto, él no predecía un hecho eventual de su época, como tiempos de persecuciones, o etc., ya que eso era común y normal para ellos y para todas las generaciones (Filipenses 1:29, Hechos 14:22, 2 Timoteo 3:12, Romanos 8:35-36); el se refería al fin del mundo, a la venida de Cristo, eso, pues, era siempre el centro de su mensaje. Ahora, se pueden preguntar, ¿Por qué Pablo, con tanta sabiduría que recibió, no pudo darse cuenta que todavía habrían de pasar dos milenios? Respuesta: porque él hablaba siendo guiado por el Espíritu de Dios, es decir, el Señor hizo que todos los profetas y apóstoles escribiesen no para ellos mismos, sino para nosotros, la generación de los tiempos del fin, para que tomásemos los consejos directamente de manos de aquellos que fueron testigos presénciales, y tenían la palabra profética más segura. Por lo tanto, el ministerio de los profetas y apóstoles está vigente todavía aunque ellos duermen; ellos a la verdad están descansando de sus trabajos, pero sus obras con ellos siguen (2 Pedro 1:16-20). Entonces, podemos decir, que el apóstol Pablo dice esto o aquello; él está presente a través de su apostolado por lo que dejó escrito, y manifiesta que debemos ser edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo (Efesios 2:20); es decir, que debemos ser edificados sobre el fundamento que dejaron los apóstoles a través de sus escritos; en la exhortación que el apóstol Pedro hace en su segunda carta demuestra una vez más esta apreciación, cuando dice: “Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento, para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles.” (2 Pedro 31-2) Y con esto quiero abrir un paréntesis para expresar, que estoy observando como en ámbito evangélico ya son muchas las personas que se erigen ellas mismas como apóstoles, estas personas enseñan a sus seguidores que esto es correcto, que Dios los designo para este ministerio, pero déjenme decirle que ellos están equivocados, son solamente ciegos y guías de ciegos; a estos se referían las palabras del apóstol Pedro cuando dijo: “Pero hubo también entre ellos falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme.”… (2 Pedro 2:1-3). Así que podemos comprobar que estas palabras son eficaces para nuestros tiempos, y haremos bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones.
Igualmente la Carta a los Hebreos nos dice: “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más cuando veis que aquel día se acerca”. (Hebreos 10:25).
El apóstol Pedro dijo: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de todas estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.” (2 Pedro 3:11-14).
Santiago afirmó: “Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida de Señor se acerca” (Santiago 5:8).
Y finalmente Jesús, dijo: “Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios”. (Lucas 21:31)
Nuestro Señor Jesucristo, fue muy categórico en mostrarnos que no debemos ignorar las señales que nos mostrarían su inminente venida. De manera que hablando con los fariseos y los saduceos, quienes eran los que conocían la Palabra de Dios, es decir, “los sabios” de la Biblia, la ley, en aquel entonces, les dijo: “Cuando anochece, decís: buen tiempo; porque tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! Que sabéis distinguir el aspecto del cielo ¡más las señales de los tiempos no podéis!” (Mateo 16:2-3).
Dios ha hecho un énfasis muy especial en Su palabra, respecto a la ignorancia por parte de Su pueblo, tanto judío como gentil, de los tiempos del fin. Por lo cual, también dijo: “Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”.(Lucas 18:8)
Ya los profetas hablaban de este fenómeno. Por medio de Jeremías, Dios dijo: “Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Jehová.” (Jeremías 8:7)
Salomón escribió inspirado por el Espíritu de Dios, y dijo: “Porque el hombre tampoco conoce su tiempo; como los peces que son presos en la mala red, y como las aves que se enredan en lazo, así son enlazados los hijos de los hombres en el tiempo malo, cuando cae de repente sobre ellos.” (Eclesiastés 9:12)
“Así dijo Jehová: no se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová”. (Jeremías 9:23-24)
El centro del problema que Dios plantea en estas aseveraciones, no es otra cosa que el desconocimiento de la Palabra de Dios, en las profecías que nos muestran el fin, Su ley establecida. Dios dijo por medio de Oseas: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te desecharé del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.” (Oseas 4:6).
Y más adelante dice: “Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos.”(Oseas 6:6)
“El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable” (Proverbios 28:9)
Estas palabras que voy a mostrar, demuestran el gran peligro de enseñar mal las profecías de los tiempos del fin, de manera que todas las religiones y sectas, con sus teólogos y maestros, que han enseñado de una manera distorsionada la Palabra de Dios, serán confrontadas con ella misma.
“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pase el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.” (Mateo 5:17-20)
De modo que, el conocimiento correcto de la Palabra de Dios, es un requerimiento de la santísima voluntad de nuestro Creador. Por eso la sentencia para los que distorsionen en mensaje del libro del Apocalipsis es contundente:
“Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.” (Apocalipsis 22:18-19)
La parábola de las diez vírgenes de Mateo 25, representa la cristalización de esta sentencia de Apocalipsis, porque ciertamente las cinco sensatas y las cinco insensatas esperaban al esposo (alusión hecha a la venida del Señor), por lo cual salieron a recibirle; las insensatas tomando sus lámparas, no se proveyeron de aceite; mas las prudentes tomaron aceites en sus vasijas, juntamente con sus lámparas, y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la media noche se oyó un clamor: ¡aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.
Esta parábola perfecciona el conocimiento de la profecía que concierne a la venida del Señor, y tiene un cúmulo de detalles muy especiales que deben ser interpretados correctamente. Lo primero que debemos apreciar es que las vírgenes necesitaron lámparas para esperar al esposo, y si nos preguntamos para qué sirven las lámparas, vamos a concluir que ellas se usan para alumbrar; mas debemos entender, que ellas representan un simbolismo que tiene que ver con el conocimiento de la Palabra de Dios, como esta escrito: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.” (Salmo 119:105). De modo, que podemos afirmar de manera contundente, que las lámparas en las vírgenes representaron la Palabra de Dios, la Biblia. Todas ellas tenían la Biblia, pero no todas se habían provisto del aceite, que representa, pues, el conocimiento, el combustible que enciende la lámpara en nuestro espíritu. Por lo cual, dice: “Tú encenderás mi lámpara; Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas”. (Salmo 18:28).
Y vemos, pues, la importancia en estos últimos tiempos del conocimiento de mensaje profético expresado en la santa Palabra de Dios, porque en la medida que nos acercamos a la venida de nuestro Salvador. Las tinieblas se harán más densas, será la media noche de las vírgenes, donde habrá más confusión, se multiplicarán los falsos profetas, engañadores y burladores, el amor de muchos se enfriará. (Mateo 24:9-31) Así, pues, el que haya menospreciado este aceite, en el tiempo aceptable; Le hará falta en los tiempos de angustia. El que tiene oído para oír, oiga lo que el Espíritu dice.
Ahora, analicemos esta parábola y preguntémonos: ¿Por qué estas vírgenes no se proveyeron del aceite como las otras? ¿Quién les enseñó que no era necesaria la provisión de aceite? Respuesta: Porque a ellas se les engañó, fueron seducidas a creer que no entrarían en la etapa de oscuridad hasta la media noche (la hora de la prueba final, Apocalipsis 3:10, la gran tribulación). Y, quizás, astutamente, se les enseñó que llegarían hasta tempranas horas de la noche, pero que no atravesarían todas las tinieblas; por lo cual, no sería necesario una mayor provisión de aceite. Y cuando fueron advertidas acerca de su grave error por las vírgenes prudentes, menospreciaron sus consejos, diciéndoles que Dios no iba a permitir que ellas atravesaran las tinieblas.
“Mas como en los días de Noé, así será la venida de Hijo de Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.” (Mateo 24:37-39).
Es, pues, el objetivo de este libro, mostrar las señales que sucedieron y las que están por suceder, las cuales evidenciarán que realmente estamos viviendo los últimos días de este mundo. Buen provecho.